Acerca de los linfomas
Los linfomas son un tipo de cáncer del sistema linfático, el cual está compuesto por los ganglios y una extensa red de vasos que los conectan, denominados vasos linfáticos. Estos órganos forman parte del sistema inmunológico, que se encarga de la defensa del organismo. Los ganglios linfáticos se distribuyen por todo el cuerpo. Algunos son accesibles a la palpación (cuello, axilas, ingles) y otros son profundos, hallándose en el interior del tórax y del abdomen.
Los linfomas se dividen en dos grandes grupos: Linfoma de Hodgkin (también conocido como “enfermedad de Hodgkin”) y los Linfomas No Hodgkin (LNH) que son los de de mayor incidencia. Estos últimos se dividen a su vez en cerca de 60 subtipos diferentes. Los más comunes son: Linfoma folicular, Linfoma difuso de células B grandes, Linfoma linfocítico de células pequeñas, Linfoma de células del manto, Linfoma de Burkitt, Linfoma de células T, Linfoma cutáneo de células T; entre otros.
En conjunto, los linfomas afectan a 1 de cada 5.000 personas a nivel mundial. La mayor parte de ellas tienen altas probabilidades de curación si son diagnosticadas y tratadas a tiempo.
Síntomas
Diagnóstico
Tratamientos
Lo primero que se debe observar es el crecimiento (generalmente indoloro) de uno o varios ganglios linfáticos. Pero como el mismo puede obedecer a otros factores o puede no estar accesible a la palpación, es importante estar atentos a la presencia persistente de otros síntomas que están asociados a los linfomas, sin que haya otro motivo que justifique su aparición:
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Sudoración nocturna
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Aumento de la temperatura hasta los 38 grados por la noche
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Pérdida de peso
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Escalofríos
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Fatiga / falta de energía
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Pérdida del apetito
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Tos
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Picazón persistente en todo el cuerpo y/o erupciones
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Falta de aire
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Dolor de cabeza
Realizar un diagnóstico precoz resulta sumamente importante para poder iniciar el tratamiento adecuado, a fin de lograr los mejores resultados. La enfermedad puede adquirir distintas formas de presentación. En algunos casos, su diagnóstico puede no ser sencillo, dado que no hay pruebas de laboratorio específicas que detecten los linfomas.
La elección de un tratamiento depende de varios factores, entre ellos el subtipo de linfoma, la extensión de la enfermedad y la edad del paciente. Para su tratamiento se utilizan, por sí solas o combinadas, diversas estrategias tales como:
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Quimioterapia: Es el más utilizado, aunque también el que más impacto tiene sobre el cuerpo del paciente.
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Radioterapia: En el caso de que la enfermedad esté localizada o cuando el paciente no tolera la quimio.
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Anticuerpos monoclonales: Terapia biológica que consiste en la aplicación intravenosa de clones de los linfocitos T, que son sustancias que produce el mismo sistema inmunitario.
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Trasplante de médula ósea: En determinados subtipos de linfomas y bajo circunstancias muy precisas, el trasplante proporciona una renovada población de células sanas. También se suele aplicar como complemento a la quimio.
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Abstención terapéutica: En casos seleccionados, a pesar de la naturaleza tumoral de la enfermedad, puede estar indicada la observación estrecha pero sin indicar ninguna estrategia.